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No importa quién la tiene más larga siempre que se traspase un nivel mínimo

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En la mayoría de conversaciones sobre social media acaba saliendo, tarde o temprano, el debate sobre cantidad y/o calidad. Ya sea hablando del número de fans o followers, la cantidad de actualizaciones, tweets, posts o el volumen de interacciones, la cuestión es que parece que, como siempre, las cosas tienen que ser blancas o negras. O apuestas por número o por calidad.

Lo curioso es que la respuesta inicial es siempre la misma. Todo el mundo, todos sin excepción, afirman valorar la calidad denostando la cantidad. Sin embargo, a la hora de la verdad, la principal medición es cuantitativa. Y quien diga que no y está en el sector miente como un bellaco, algo que tampoco es muy anormal, por cierto. De hecho, la mayoría de herramientas de monitorización de canales social media donde fallan es en el momento en que hay que valorar aquellos elementos que no son tan fácilmente cuantificables.

En mi caso concreto siempre he defendido la calidad de las interacciones por encima del volumen pero, siempre hay un pero, teniendo en cuenta que si no hay una mínima cantidad es muy probable que no haya posibilidad de interacción alguna, ni buena ni mala ni neutra. Para ilustrarlo suelo utilizar la Teoría 1-9-90 que lanzó Jakob Nielsen para el entorno digital pero que en mi caso he comprobado, incluso, en entornos físicos, eso que algunos llaman el mundo de verdad.

Como se ve en el gráfico, la teoría de Nielsen identifica que de cada 100 personas que pueden interactuar/participar en un entorno digital sólo el 1% es el responsable de la mayoría de interacciones que, a su vez, dan pie a que un 9% las utilice para sus propias participaciones. Pero el dato más escalofriante es que el 90% de los usuarios nunca aportan nada más allá de ser partícipes pasivos, lo que comúnmente se conoce como lurkers, mirones.

Al margen de posteriores debates que siempre surgen sobre cómo somos los seres humanos, la cuestión es que si damos por cierta y comprobada esta teoría (que, en mi caso, siempre se ha cumplido) entenderemos que el debate calidad-cantidad es baldío. Porque…

  • No puede haber calidad de interacciones si no hay un mínimo de cantidad (sabiendo que de ese número un máximo de un 10% participarán).
  • Un hecho más curioso aún: cuantas más personas participamos de un mismo entorno mayor es la posibilidad de que surjan debates chulos, cosas buenas, probablemente porque hay una cosa que se llama azar o serendipia que es complicada de medir.

Otra cosa muy diferente es cuando hablamos de que la cantidad no está formada por personas sino por robots o cuentas falsas… pero ese es un debate para otro día.

 

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